TRAGEDIA EN CHURÌN PASA DESAPERCIBIDO PARA LOS CONGRESISTAS Y OLLANTA HUMALA.
Por Patricia
del Río / Periodista ‘Diario El
Comercio’.
¿Qué les decimos a los familiares de los fallecidos de Churín que su tragedia era menos
importante que las cuentas de Nadine?
Cómo
explicarles a los 16 pasajeros que viajaban en la minivan que quedó sepultada
tras un deslizamiento de tierra y piedras en la carretera Sayán-Churín que
nuestras ridículas quejas sobre tráfico limeño o sobre lo apretados que vamos
en el Metropolitano resultan siempre más relevantes que las riesgosísimas
condiciones en las que viajan millones de peruanos en zonas rurales y
carreteras de penetración.
Cómo
explicarles a los valientes bomberos que mientras ellos trabajaban arduamente
sin dormir, apuntalando el cerro, esquivando rocas, tratando de arrancarle los
tres sobrevivientes a esa tumba en que se había convertido el vehículo
sepultado; en Palacio se celebraba el hábeas corpus que blinda la primera dama.
Cómo
explicarles a los familiares, que tuvieron que presenciar que se mutilaban los
cuerpos de sus hijos o maridos para poder alcanzar a los sobrevivientes que,
salvo el incansable trabajo del ministro de Transportes y Comunicaciones, José Gallardo,
su drama no mereció la atención de ningún alto miembro del Ejecutivo. Que así
como en otros países son los mismos presidentes quienes se acercan a dar
confianza y solidaridad, acá tenemos un mandatario preocupado por sus temas
familiares y un jefe del Gabinete de salón a quien le molesta embarrarse los
zapatos.
Cómo
le contamos al capitán José Luis de las Casas, bombero a cargo del equipo Usar
Perú especialista en rescates, que durante más de treinta horas y a pesar de
las duras condiciones dirigió con templanza y profesionalismo una misión casi
imposible, que hoy los niños en el colegio no sabrán su nombre, que más famosa
es la ex de Julio Iglesias en las redes sociales que él, que ningún congresista
se ha tomado el trabajo de darle las gracias por su sobrehumano esfuerzo y el
de su gente.
Cómo
hacemos para hacerles comprender a los hijos de los esposos Hermelinda Luna Andrade
y Ricardo Cóndor Ugarte, o a la mujer del chofer Edgar Jumercino Pilco Salvador
que esperaba noticias lactando un bebe al pie de la carretera, o a los primitos
del niño de 2 años José Alexander Castro Blas, o a los padres de Berenice
Torres Osorio, quien resistió más de treinta horas con vida hasta que su cuerpo
perdió las fuerzas, o a los vecinos de Raúl Ventocilla Meléndez, quien murió la
madrugada de ayer en el hospital Luis
Negreiros del Callao, después de pasar más de un día atrapado
entre los fierros, o a los amigos de Deyner Sánchez, a quien vieron salir sin
una pierna pero con vida de entre las piedras pero que falleció a los minutos
de llegar al hospital
Guillermo Almenara; cómo cuernos les explicamos que para ellos no
hubo minutos de silencio. Que los diarios creyeron que su tragedia era menos importante
que las cuentas de Nadine. Que mientras su hijos, hermanos y amigos luchaban
por la vida asistidos por incansables bomberos, policías, médicos, soldados; en
la tele los chicos de “Combate” saltaban en tanga, los congresistas peleaban
por cojudeces, la vida de nosotros, los otros, continuaba siempre indolente,
cada vez más ignorante.
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